viernes, 22 de julio de 2016

Un cuento

Mucho hemos andado, le dice un cangrejito a otro. Pero la gaviota se detuvo a la vera y les cantó una especie de quejido. Los cangrejos se miraron pensando entender... Pero en realidad sólo sabían que caminando para atrás serían ellos mismos.

La gaviota seguía con su especie de lamento picoteando en la roca y dejaba reposar sus patas débiles con cierta elegancia y cortejo. Los cangrejos ante tan preciosa ave sólo supieron hacer lo que ellos tan bien sabían hacer, caminar para atrás. La gaviota al verlos caer al mar tras su caminata entonces sí se lamentó. Pues se quedó sola con su pico y sus patas. En su roca preferida con su elegancia perdida en una soledad cantada.

Es una añoranza temprana, porque aun no ha pasado ni un minuto desde que se fueron sus amigos... los que la conocieron y supieron admirar su belleza.

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