viernes, 22 de julio de 2016

Sentido comun

Sentido común

Es de todos sabido que un niño siempre te dirá la verdad.
Muchos se empeñan en pensar que no hay que fiarse del todo de lo que dicen, los niños, que tienen mucha imaginación pero tú y yo sabemos que aunque no encuentren las palabras idóneas, la idea que quieren transmitir la tienen clara y es muy real, al menos para ellos. ¿Y que es eso sino que la verdad? ¿O es que tenemos que enseñarles a decir lo que nosotros creemos que han de decir? Ellos son puros y asimilan el día a día desde el punto de vista más bello, que es la humildad, el saberse nada y apoyados en los brazos de sus padres, confiando y mostrándose tan transparentes como un vaso de agua. ¿Que es sino sinceridad y fidelidad el dejarse llevar por nuestras manos con los ojos cerrados?

Si les hacemos prisionores de un "molde" adulto ya no les dejamos ser niños. Hablemos con ellos y escuchemosles, porque en su inmadurez tienen mucho que decir, sanas ideas que no abundan en la sociedad de hoy, miradas brillantes que buscan e inquietas tocan el corazón porque es de lo único que saben, de amar y con mayúsculas. Aprendamos de ellos porque ello nos devuelven el sentido común cada día, el porque estamos en la vida, el porque sonreír cada mañana y el porque darse y entregarse por todos. Los niños nos muestran el camino de la alegría verdadera y el camino del entusiasmo auténtico que no busca ostentaciones sino que busca la felicidad, que es el fin último por lo que estamos creados. ¡Cuanto más lo saben ellos que nosotros! Y nos lo intentan señalara gritos cada día.

Cuanto les hemos de agradecer por ser ellos unos guías sencillos y sin pretensiones absurdas ni egoístas, se equivocan y se caen pero son felices. ¿Sabes tú selo? Pero eso sí, ser feliz sin nada, como ellos, pobres, sin nada más que una vida por delante de la que cogen solo el presente sin cálculos ni temores.

Un cuento

Mucho hemos andado, le dice un cangrejito a otro. Pero la gaviota se detuvo a la vera y les cantó una especie de quejido. Los cangrejos se miraron pensando entender... Pero en realidad sólo sabían que caminando para atrás serían ellos mismos.

La gaviota seguía con su especie de lamento picoteando en la roca y dejaba reposar sus patas débiles con cierta elegancia y cortejo. Los cangrejos ante tan preciosa ave sólo supieron hacer lo que ellos tan bien sabían hacer, caminar para atrás. La gaviota al verlos caer al mar tras su caminata entonces sí se lamentó. Pues se quedó sola con su pico y sus patas. En su roca preferida con su elegancia perdida en una soledad cantada.

Es una añoranza temprana, porque aun no ha pasado ni un minuto desde que se fueron sus amigos... los que la conocieron y supieron admirar su belleza.